En Culturas híbridas, García Canclini describe las relaciones entre una modernización socioeconómica incompleta, la modernidad que ésta ha producido y las tradiciones que ha tratado de superar. Mientras que la idea ortodoxa de la modernidad implica la desaparición de tradiciones premodernas, en América Latina tales tradiciones persisten a pesar de décadas de modernización. Al contrario de los pronósticos de las grandes narrativas de desarrollo y de progreso, los efectos modernizadores de la urbanización y de los medios masivos de comunicación no han eliminado las formas culturales tradicionales, sean éstas cultas o populares: “La modernización disminuye el papel de lo culto y lo popular tradicionales en el conjunto del mercado simbólico, pero no los suprime. Rebusca el arte y el folclore, el saber académico, y la cultura industrializada, bajo condiciones relativamente semejantes. […] Lo que se desvanece no son tanto los bienes antes conocidos como cultos o populares, sino la pretensión de unos y otros de conformar universos autosuficientes […] (Culturas híbridas 18)
El resultado de la modernización desigual latinoamericana es lo que García Canclini llama la “heterogeneidad multitemporal” en la que formas de expresión cultural de diferentes épocas coexisten, y las divisiones y jerarquías culturales (lo culto/lo popular) se desdibujan.
Las formas culturales modernas y las tradicionales no sólo coexisten, sino que se hibridizan a través de procesos que García Canclini describe en detalle. Los elementos de la cultura tradicionalmente culta son retrabajados e incorporados a formas culturales populares y viceversa, mientras que productos culturales de todo tipo, los populares tanto como los cultos, circulan en los medios masivos y en el mercado internacional. Así, por ejemplo, autores cultos como Jorge Luis Borges y Octavio Paz aparecen en la televisión, mientras que se encuentra artesanías populares en museos prestigiosos y boutiques localizados en ciudades que van desde la Ciudad de México a Nueva York.
Además, las imágenes transmitidas por los medios masivos cada vez más transnacionales son apropiadas y transformadas por agentes/productores culturales populares tanto como los cultos para sus propios fines. Lo que todavía se llama cultura popular es, según García Canclini, “el producto multideterminado de actores populares y hegemónicos, campesinos y urbanos, locales, nacionales y transnacionales”. Las culturas híbridas de América Latina combinan de una manera nueva y compleja lo moderno y lo tradicional, lo regional, lo nacional, y lo transnacional, lo culto, lo popular y lo masivo.
La transformación de la ciudad y la colonización de la esfera pública por los medios masivos han disminuido la capacidad movilizadora y por lo tanto la importancia de las formas tradicionales de organización popular, como los sindicatos y los partidos políticos. Estas organizaciones dependían de espacios públicos y de “estructuras microsociales de la urbanidad –el club, el café, la sociedad vecinal, la biblioteca, el comité político–”, donde se construían identidades populares por medio de interacciones a nivel personal, identidades que formaban la base de la participación política. Tales instituciones populares de la vida urbana vinculaban “la vida inmediata con las transformaciones globales que se buscaban en la sociedad y el Estado” de manera que “la lectura y el deporte, la militancia y la sociabilidad barrial, se unían en una continuidad utópica con los movimientos políticos nacionales” (Culturas híbridas 266). Según García Canclini, todo esto se está acabando, si no ha desaparecido ya, debido a la transformación estructural del espacio urbano y de los efectos corrosivos de los medios masivos de comunicación.
Actualmente, las identidades se construyen “cada vez menos por lealtades locales o nacionales y más por la participación en comunidades desterritorializadas de consumidores” creadas por los medios masivos (Consumidores y ciudadanos 24). La televisión ha sustituido los espacios públicos donde la interacción personal antes generaba participación política, y ha convertido la política en espectáculo massmediático que no es más que un simulacro de la participación popular. Esta transformación en la experiencia de la vida urbana ha conducido a una disminución aparentemente irreversible de la capacidad movilizadora de los sindicatos y los partidos políticos: La pérdida de sentido de la ciudad está en relación directa con las dificultades de los partidos políticos y sindicatos para convocar a tareas colectivas, no rentadas o de dudosa ganancia económica. […] La movilización social, del mismo modo que la estructura de la ciudad, se fragmenta en procesos cada vez más difíciles de totalizar. (Culturas híbridas 267)
Al perder los partidos y los sindicatos su capacidad unificadora, la movilización social se fragmentó, produciendo una gran variedad de movimientos ecologistas, étnicos, feministas, de derechos humanos, de las mujeres, de los jóvenes y otros.
fuente: M. R. Felquer
2 comentarios:
soy alumno de 1er año de la salle,, por favor podría dejar las consignas del trabajo practico (documental: la crisis causo dos nuevas muertes)
graciass
buena la articulación de las 3 hipótesis de canclini en su estudio de la hibridación cultural... la ejemplificación y el ejercicio de aplicación me parecen interesantes y acertados.. muchas gracias
Andrea Palacio
Pereira-Colombia
Estudiante de Lic. Comunicación e iformática educativa VIII
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